Apretaron a fondo el acelerador, la chata arremolinó la tierra y desapareció tras ella. Anduvieron. El pastizal arrebataba veloz, la goma quemaba oliendo fiero, derramando aceite, rayando huella. La trompa soberbia, fiada de su cola timonera. Palanquearon, volantearon, giraron el rumbo, clavaron el freno, se retorcieron, se golpearon. Carcajearon.
En la quietud, la impaciencia.
Una elección, dos, tres. Para donde sea. Hacer el camino, trazarlo. El horizonte se aleja, se acerca, se aleja, incita, la vía se descalabra. El container presiona. Palanca, pisotón y a coletear sacudones, a rezarle al santo de la guantera. La grava se levanta y golpea, el enchapado aguanta, hasta lo que puede, hasta los bollones, la pintura ya rajó.
El torbellino marcha al tranco del furor. Uno avisó el toro. Lo esquivaron. El otro grita a agarrarse, el pozo que viene, el pozo que está. Se sacudieron, el paragolpe a la tierra, la cabeza al frente, vidrio y volante, hendiduras y moretones. Surtieron gotas. La rueda gira, la superficie no está. Afuera, trabaron el gato, levantaron, adentro, cambiaron, salieron. A fondo. A hacer más camino. El motor crujió en punto muerto y el eje saltó. Quebraron. Desbarrancaron. Tumbaron. La humareda de barro los tapó.
Nacieron flores.
2 comentarios:
muy-buen-texto
ahora salgo a respirar...
gra-cias.
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