Veinte minutos en bondrio delante de tres nenas de quince años vía centro santafesino (para los foráneos, si tenes entre 12 y 17 y no estás mostrándote en la peatonal santafesina un viernes a la tardecita, no-e-xis-tís) fueron suficientes para corrobororame que aborrezco la vitalidad adolescente.
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