sábado, 26 de julio de 2008
¡Espectador a tu asiento!
Upa, señor Gustavo Noriega o señor Javier Porta Fouz, será para tanto, che.
Lee lo que dicen:
"La gente que consume cine en nuestro país se ha convertido, en apabullante mayoría, en una manada de ovejas, que se comporta de manera estúpida y dócil. Consume lo que le dan. Como vacas pastando en la pradera se dirigen al montículo de pasto más cercano, al más llamativo, sin preguntarse nada, sin cuestionarse nada y rumian, complacidos, su perezosa satisfacción. Los que pueden seguir consumiendo cine pagan fortunas entre entradas, estacionamiento y pochoclo y actúan como si el único reaseguro ante tanto costo sea ir a lo seguro y ver las películas de las que todos (los medios) hablan.”
Upa, gallitos, peleadores.
Pero no te preocupes, ahora nos ablandan un poco, dejándolo a manos de Leonardo D’Espósito:
“Lo que me molesta, estimado o estimada, es que con tanta posibilidad de elección a mano no hagas uso de ella. Que la curiosidad se te haya muerto. Se me ocurre que eso de laburar cada vez más (y de que, horror, uno vea esas publicidades de gente feliz por consumir analgésicos para laburar aún más, algo que ni se le ocurrió a Paul Verhoeven en Robocop –no sé si la viste, era un gran blockbuster pero hace veinte años, a lo mejor para vos ya es vieja–) hace que uno quiera “distraerse y no pensar”, con lo cual opta por lo primero que tiene a mano (Tinelli es producto de eso), como si el cerebro descansara de esa manera (te aseguro que no). Quizás tenga que ver con la tecnología y con que, como ahora podés ver lo que quieras con sonido envolvente en el living, para qué moverte de tu casa (pero digamos, simplificando un poco, que ese artilugio sólo se disfruta a pleno con cosas puro efecto… ¿O se te ocurriría alquilar Honor de cavalleria? Sí, es una película buenísima que se disfruta más cuanto mejor se vea o escuche). Y en tu casa, claro, mientras mirás El Hombre Araña 3, atendés el teléfono, hablás a los gritos con tu pareja que está en la cocina, te levantás a buscar una gaseosa o una cerveza, etcétera (y, como perdiste el hábito comunitario del respeto por el otro, en el cine hacés exactamente lo mismo, creyendo que pagar una entrada te da el derecho de portarte como se te canta). Finalmente, bajaste el cuello y sos un esclavo más, tan esclavo que ni siquiera optás por tomar por asalto tu ocio. O todo eso junto. Por las dudas, te aclaro, la culpa es toda, exclusivamente, tuya. El día que digas “no”, volvemos a hablar.”
Upa.
Bueno, no tan blando.
Habló, dobló y redobló. Blo blo, boló.
Lástima que hoy es sábado y no está Binelli.
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